domingo, 8 de julio de 2018

Nuestro viaje a Caracas

Señor donde consiguió pan? me pregunta una señora en el bulevar de Sabana Grande, yo le indico que en la esquina a la derecha a media cuadra en la panadería, no he caminado diez metros y una pareja me pregunta lo mismo, donde consiguió pan? nuevamente les explico, en la esquina a la derecha en la panadería, me dicen gracias y aceleran el paso, y  así unas cuantas personas se me acercan y me preguntan lo mismo. Estamos en Caracas, caminando desde el centro comercial El Recreo para el apartamento donde nos vamos a quedar aquí en Caracas y veo gente buscando comida en la basura, buscando algo que les haga falta, veo los guardias nacionales en un alcabala en una esquina del paseo de Sabana Grande echando cuentos, veo mucha gente en el piso esperando algo, hoy es domingo y mi suegro me dice: están en la cola para entrar al banco mañana lunes,  van a entregar una plata de una de las tantas misiones con que el gobierno Venezolano tiene anestesiada a una gran parte de la sociedad. Es triste.

Venimos a Caracas por diligencias, salimos desde Barquisimeto a las once y media de la mañana con un termo de café y un litro y medio de agua, ahora se estila esto, ya casi no hay sitios para pararse a tomar algo, y los que hay o son en sitios peligrosos o los precios son muy altos. Viajamos mi suegro, el Sr. Luis y Christian un médico venezolano que se va del país, se va para Ecuador, le estamos dando la cola para Caracas de ahí sale para Ecuador, uno de los pocos que sale vía aérea, se ha preparado para esto por más de un año, es triste, se va otro Venezolano. Será que la solución sea que nos vayamos todos? No lo creo, yo me quedo y tal como lo dice Laureano Márquez mi plan B es echarle bolas al plan A y mi plan A es echarle muchas bolas para que nuestro país salga adelante.

Nos vinimos en carro, comimos un almuerzo en un restaurante después de la Victoria, tuvimos que esperar quince minutos para que pudieran cobrar, no había línea para que pagáramos con la tarjeta de débito, un almuerzo cuesta 1.900.000 Bs, un precio para aprovechar, pagamos tres almuerzos, pollo con pasta, ensalada rusa, tajada. Pedimos un refresco de litro y medio para los tres, el refresco nos costos 2.400.000 Bs, la gaseosa más cara que la comida, así estamos. La atención y la comida buena. Seguimos nuestro camino, muchos carros parados en la vía con algún tipo de falla, incluso vimos un par de carros que seguían avanzando a pesar que ya no tenía caucho una de las ruedas a "ring pelado" esperando encontrar un sitio seguro y ayuda para seguir. Así estamos en medio de nuestras grandes dificultades.

Le dimos la cola a Christian hasta la casa de una amiga en Catia, los semáforos no sirven, se observa nuestro desorden pero ahora con más huecos, más basura, y  mucha tristeza en la gente, somos un país tropical en el mismísimo mar Caribe, gente alegre y encantadora pero ahora con mucha tristeza. Llevamos a Christian con mucho miedo, estamos en la ciudad más peligrosa del mundo, un triste primer lugar, en una zona peligrosa, pero saben conseguimos gente amable, un chamo nos explico cómo volver a tomar la avenida Sucre y nos explico con mucha educación, eso nos reconforta, a pesar que no vemos la luz a través del túnel seguro la vamos a conseguir, no hay que desfallecer.

Caracas y su gran montaña, llámenla como la llamen  El Ávila, el Waraira Repano eso no importa lo importante es esa naturaleza, es hermosa, embellece a Caracas a la bella Caracas, nuestra capital, si a pesar del deterioro, del ensañamiento con que la queremos acabar la belleza de Caracas está presente siempre, a pesar de lo abandonado que está nuestro Jardín Botánico seguro que con un poquito de amor y con mucho trabajo lo rescataremos al igual que nuestro país.

En la panadería donde compramos el par de panes, dos campesinos, que nos hicieron famosos en el boulevar de Sabana Grande, nos atendieron de maravilla, el jugo, el jamón de pierna´, de espalda no hay, el queso, todo por 9.600.000 Bs para preparar la bala fría de la cena, nos gusto el trato, sin la  adulación bogotana la educación caraqueña nos gusta, sonríen y te atienden, no todo está perdido. Hemos visto solidaridad, hemos visto cariño. Sigo sin entender por qué no nos ponemos de acuerdo y resolvemos o enfrentamos nuestras dificultades de diferente manera. Tenemos que poner nuestro granito de arena para esto, a Dios le pido tal como Juanes que podamos enfrentar de otra manera nuestras dificultades a Dios le pido.

Caracas me gusta, Barquisimeto y Cabudare las amo y Caracas me hace falta, a pesar de todo un viaje necesario.